El Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA) publicaba hoy el Decreto 14/2023 de la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte por el que se inscribe en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, como Bien de Interés Cultural, la Actividad de Interés Etnológico denominada Doma Vaquera en Andalucía.
En su texto, el decreto señala que la doma vaquera constituye una actividad de interés etnológico que tiene incidencia social y cultural en la mayor parte de Andalucía, especialmente en su ámbito rural, relacionada frecuentemente con la crianza de reses bravas. Es un elemento del patrimonio inmaterial que cuenta con un léxico propio y se encuentra implicado en manifestaciones festivas y rituales, prácticas, técnicas y usos artesanales, deporte y artes del espectáculo, como expresión del conocimiento del medio natural y de la ganadería.
“Desde Andalucía la doma se ha expandido por diversos territorios como América, adonde fueron llevados los caballos andaluces y su singular forma de monta tras el descubrimiento del continente. Actualmente está reconocida como origen de diversas modalidades de doma existentes como la Western, Reining, Criolla, Charra, Gaucha, además de la Portuguesa y Camarguesa, entre otras. Existen actualmente en Europa circuitos de concursos de doma vaquera española en Francia e Italia y, relacionados con otras actividades del ramo, en Portugal, Alemania e Inglaterra. Como disciplina deportiva está regulada por la Real Federación Hípica Española a nivel estatal y por las federaciones territoriales de cada comunidad autónoma.
La actividad ostenta valores históricos, artísticos y etnológicos conformados por la propia y singular práctica de la equitación que la caracteriza, las distintas profesiones y oficios artesanales que produce o tienen relación con la misma como la guarnicionería para jinetes y caballos, la sastrería, la sombrerería, la frenería y la herrería, etc., y el ejercicio de las distintas labores de manejo de la ganadería brava como el acoso y derribo, consolidado hoy en día como disciplina deportiva, o el espectáculo taurino del rejoneo. Además, la doma vaquera constituye objeto de atención de distintas artes como la pintura, la literatura o el cante.”
En su redacción, el decreto se señala que “La doma vaquera, además de constituir una forma específica de montar a caballo, es resultado de un estilo singular desarrollado a lo largo de la historia, relacionada con la forma de trabajar en el campo y de manejar el ganado bravo, que también refleja las costumbres y las tradiciones de un pueblo, la forma de celebrar las fiestas, ferias y romerías, la manera de expresar el arte haciendo bailar los caballos al ritmo de la música flamenca, de gozar la naturaleza en los paseos por el campo y de competir en el deporte con respeto a los animales, siendo practicada tanto por hombres como por mujeres.
La doma surgió en función de las faenas del campo, pasa a denominarse vaquera si media en ella el ganado vacuno (ganado bravo), siendo transmitidos los conocimientos de forma oral y de generación en generación. La actividad persigue como principal finalidad poner el caballo en un estado de equilibrio, dominio y ciega obediencia o sumisión a su jinete que permita emplearlo en las más diversas condiciones y circunstancias.
Aunque su origen se ubica en el ámbito rural, actualmente el circuito de concursos abarca tanto la categoría estatal, destacando los de Jerez, Córdoba y el Gran Premio Ciudad de Sevilla. Además, se celebran campeonatos territoriales en todas las comunidades autónomas, la Copa del Rey y el Campeonato de España. En la mayoría de los clubes que cuentan con escuelas de doma vaquera se celebran los concursos sociales. Dentro de las actividades tradicionales de doma vaquera también hay que tener en cuenta las «exhibiciones», que se producen en un gran número de pueblos y ciudades, generalmente alrededor de las fiestas, al igual que los denominados «espectáculos ecuestres».
Disciplinas derivadas de la doma vaquera son el rejoneo y el acoso y derribo. Uno de los nuevos estilos que emerge con fuerza en la actualidad es la «monta a la amazona», así como la «equitación de trabajo».
«Aire vaquero».
El denominado «aire vaquero», que define y distingue de cualquier otro tipo de doma a la vaquera, tiene que ver con la decisión y la voluntad de aceptar riesgos. Se consideran «aires» básicos el paso y galope del caballo. Los caballos tienen que andar con impulso, actividad, moviendo acompasádamente el mosquero. El galope tiene que ser franco, con cadencia, realizando todos los trabajos con un aire vivo. Cabe distinguir la importancia de la sumisión del caballo al jinete y no al revés, primando este hecho como un valor fundamental.
Los movimientos.
a) El paso. El reglamento establece que el paso es un «aire» fundamental de la doma vaquera. El caballo debe ir acompasado, el jinete debe mostrar como anda su montura, tanto en la línea recta como en círculo.
b) Medias vueltas. Con respecto a las medias vueltas se establece que nunca debe de haber parada intermedia o inmovilidad. Se partirá como posición inicial de una línea recta con el caballo totalmente derecho, antes de la media parada.
c) Cambio de pie. Los cambios de pie por derecho constituyen un ejercicio secundario, un aire de adorno, con indiscutible dificultad técnica.
d) Trocado. El galope trocado parte de una línea recta o desde dentro del círculo. No debe consentirse que este provenga de un apoyo.
f) Volver y revolver. En las medias vueltas y el revolver sobre las piernas el caballo parte de un galope de trabajo franco sobre la línea recta, con impulsión, sin que haya una preparación previa. El caballo debe remeter sus patas posteriores, colocarse debajo de la masa y, elevando sus patas anteriores, realizar un giro de 180 grados o un círculo completo, saliendo con impulso y a la misma mano en la que inició el ejercicio. Nunca debe de haber parada intermedia o inmovilidad.
g) Vueltas. En las vueltas sobre las piernas se parte generalmente de un galope muy corto. Se debe evitar desplazar la grupa sobre un círculo que va cerrándose.
h) «Parar a raya». El «parar a raya» se consigue mediante un arreo, con salida a paso castellano o galope, no produciendo la parada por sorpresa de un simple galope largo.
El paso atrás con salida al galope será en arremetida, y finalmente al paso, exigiéndose este orden para su ejecución y valorándose positivamente la impulsión y la fuerza con la que el caballo parte hacia delante, buscando el galope sin solución de continuidad.
Datos históricos y etnológicos.
Orígenes y evolución.
El origen de la «monta a la vaquera» está fundamentada en las necesidades de utilización del ganado en relación con la guerra, el trabajo, la fiesta, el transporte, etc., a lo largo de la historia de la humanidad. A partir del siglo V a. C. la cultura Tartesia da paso a la Turdetana y al nacimiento de la cultura Ibérica. Este pueblo de jinetes es el primero que refleja el uso del caballo como animal de monta en la península, pudiendo constituir el primer antecedente de la doma vaquera, ya que, en su forma de montar, expuesta en las esculturas conservadas, se aprecian los movimientos más típicos de esta doma (arrear, parar y revolver).
En época islámica se desarrolla una manera de hacer la guerra distinta, a través de guerrillas, emboscadas y escaramuzas, donde su caballería tomaba ventaja poniendo en valor la velocidad, movilidad y agilidad de los caballos andaluces cruzados con los árabes. A partir de ahí nace la «doma a la jineta» que fija las bases de la primera doma de la era moderna y que se constituye en un fiel antecedente de la doma vaquera.
La «doma a la jineta» revolucionó la forma de montar de la época, basada en estilos rudimentarios de la Edad Media, como la «brida» y la «estradiota», en caballos corpulentos, brutos e insensibles, provistos de pesadas armaduras, y que solo pretendía el dominio por castigo con la aplicación de arneses muy agresivos. La «monta a la jineta» consistía en una técnica de equitación basada en la velocidad y la agilidad, caracterizada por llevar el caballo con una sola mano, en monturas con grandes arzones que permitiesen sujetar bien al jinete ante los movimientos bruscos del caballo y estribos cortos, para que el jinete llevase con sus piernas al caballo, pudiendo usar las manos para la lanza y algún otro instrumento de ataque.
Tras la conquista cristiana la «monta a la jineta» evoluciona incorporando aspectos de la «monta a la brida», aumentando la técnica usada. Más tarde, en el Renacimiento, surgen escuelas de equitación por Europa cuyo referente técnico es la equitación clásica, llegando este conocimiento por medio del ejército, en la correspondiente formación militar. Así mismo, la «monta a la jineta» fue adoptada progresivamente por algunos reinos cristianos como Portugal, Castilla y León, pero probablemente se consolidase en el siglo XIII, durante el reinado de Fernando III. Asimismo, cabe destacar que en el siglo XV, durante el reinado de Enrique IV, la «monta a la jineta» llegó a imponerse de tal manera que desplazó a la de brida. Durante el siglo XVI, la «monta a la jineta» alcanzaría su máximo apogeo. Felipe II expidió varias reales cédulas a ciudades andaluzas como Ronda, Sevilla, Jerez de la Frontera y Antequera, instándoles a que crearan reales maestranzas de caballería con el objeto, entre otros, de mantener la raza de los caballos españoles y el ejercicio de la jineta. Con este fin fueron creadas las Callerizas Reales de Córdoba, construidas entre 1565 y 1567. Las fundación de las maestranzas comienza con la de Antequera en 1572 y Ronda en 1573 y, muy posteriormente, las de Sevilla (1670), Granada (1686), Valencia (1697), la Habana (1709), Carmona (1732), Jerez de la Frontera (1739) y Palma de Mallorca (1758).
Pero es a partir del siglo XVIII, con el nacimiento y desarrollo del rejoneo y, posteriormente, del toreo a pie, cuando se fijan las características más diferenciadoras de esta práctica de doma. Para proveer de ejemplares a la fiesta se crean las ganaderías de toros bravos y ante la necesidad de seleccionar la bravura, aparecen las faenas dedicadas a medirla y con ellas se crea la figura del vaquero, responsable del manejo del ganado. A través de su trabajo se desarrollan las destrezas y habilidades que le dan identidad a esta forma de monta a caballo. Simultáneamente se obtuvo la res de lidia con unas determinadas características morfológicas y psíquicas en cuanto a la bravura.
Este hecho obligó a los vaqueros a crear un sistema de monta, quizás mas dura, que les permitiera convivir en el campo con cierta comodidad y seguridad. Puede afirmarse que es en las tierras del Valle del Guadalquivir donde nace, en el siglo XVIII, como tal,
Datos históricos y etnológicos.
Orígenes y evolución.
El origen de la «monta a la vaquera» está fundamentada en las necesidades de utilización del ganado en relación con la guerra, el trabajo, la fiesta, el transporte, etc., a lo largo de la historia de la humanidad. A partir del siglo V a. C. la cultura Tartesia da paso a la Turdetana y al nacimiento de la cultura Ibérica. Este pueblo de jinetes es el primero que refleja el uso del caballo como animal de monta en la península, pudiendo constituir el primer antecedente de la doma vaquera, ya que en su forma de montar, expuesta en las esculturas conservadas, se aprecian los movimientos más típicos de esta doma(arrear, parar y revolver).
En época islámica se desarrolla una manera de hacer la guerra distinta, a través de guerrillas, emboscadas y escaramuzas, donde su caballería tomaba ventaja poniendo en valor la velocidad, movilidad y agilidad de los caballos andaluces cruzados con los árabes. A partir de ahí nace la «doma a la jineta» que fija las bases de la primera doma de la era moderna y que se constituye en un fiel antecedente de la doma vaquera.
La «doma a la jineta» revolucionó la forma de montar de la época, basada en estilos rudimentarios de la Edad Media, como la «brida» y la «estradiota», en caballos corpulentos, brutos e insensibles, provistos de pesadas armaduras, y que solo pretendía el dominio por castigo con la aplicación de arneses muy agresivos. La «monta a la jineta» consistía en una técnica de equitación basada en la velocidad y la agilidad, caracterizada por llevar el caballo con una sola mano, en monturas con grandes arzones que permitiesen sujetar bien al jinete ante los movimientos bruscos del caballo y estribos cortos, para que el jinete llevase con sus piernas al caballo, pudiendo usar las manos para la lanza y algún otro instrumento de ataque.
Tras la conquista cristiana la «monta a la jineta» evoluciona incorporando aspectos de la «monta a la brida», aumentando la técnica usada. Más tarde, en el Renacimiento, surgen escuelas de equitación por Europa cuyo referente técnico es la equitación clásica, llegando este conocimiento por medio del ejército, en la correspondiente formación militar. Así mismo, la «monta a la jineta» fue adoptada progresivamente por algunos reinos cristianos como Portugal, Castilla y León, pero probablemente se consolidase en el siglo XIII, durante el reinado de Fernando III. Asimismo, cabe destacar que en el siglo XV, durante el reinado de Enrique IV, la «monta a la jineta» llegó a imponerse de tal manera que desplazó a la de brida. Durante el siglo XVI, la «monta a la jineta» alcanzaría. su máximo apogeo. Felipe II expidió varias reales cédulas a ciudades andaluzas como Ronda, Sevilla, Jerez de la Frontera y Antequera, instándoles a que crearan reales maestranzas de caballería con el objeto, entre otros, de mantener la raza de los caballos españoles y el ejercicio de la jineta. Con este fin fueron creadas las Callerizas Reales de Córdoba, construidas entre 1565 y 1567. Las fundación de las maestranzas comienza con la de Antequera en 1572 y Ronda en 1573 y, muy posteriormente, las de Sevilla (1670), Granada (1686), Valencia (1697), la Habana (1709), Carmona (1732), Jerez de la Frontera (1739) y Palma de Mallorca (1758).
Pero es a partir del siglo XVIII, con el nacimiento y desarrollo del rejoneo y, posteriormente, del toreo a pie, cuando se fijan las características más diferenciadoras de esta práctica de doma. Para proveer de ejemplares a la fiesta se crean las ganaderías de toros bravos y ante la necesidad de seleccionar la bravura, aparecen las faenas dedicadas a medirla y con ellas se crea la figura del vaquero, responsable del manejo del ganado. A través de su trabajo se desarrollan las destrezas y habilidades que le dan identidad a esta forma de monta a caballo. Simultáneamente se obtuvo la res de lidia con unas determinadas características morfológicas y psíquicas en cuanto a la bravura.
Este hecho obligó a los vaqueros a crear un sistema de monta, quizás mas dura, que les permitiera convivir en el campo con cierta comodidad y seguridad. Puede afirmarse que es en las tierras del Valle del Guadalquivir donde nace, en el siglo XVIII, como tal, la doma vaquera, relacionada con la cría y selección de toros bravos, constituyendo su particular equitación, atendiendo a sus formas y arreos, heredera directa de la forma de montar a la jineta.
Cabe destacar, por otra parte, que el primer depósito de caballos sementales de pura sangre andaluza, también conocida como española, se crea en 1834, en Córdoba. La Yeguada Militar, cuya sede se ubica en Jerez de la Frontera, se erige en 1847. Los primeros ejemplares registrados pertenecieron a la reina Isabel II y es la misma reina la que encarga la fundación de tal registro de pura sangre”.
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