Una reciente investigación publicada en la revista Science confirma que los humanos comenzamos a montar a caballo hace unos 5.000 años, tal como revela el análisis de esqueletos humanos de la cultura Yamnaya descubiertos en Bulgaria, Hungría, Rumania y Serbia, datados entre los años 3021 y 2501 a. C., lo que les convierte en los primeros jinetes conocidos de la historia.
La monta del caballo se considera uno de los desarrollos clave en la historia, ya que facilitó el pastoreo, el comercio y la migración, e incluso cambió el rumbo de la guerra.
Durante mucho tiempo, los científicos creyeron que el pueblo de la cultura Yamnaya, también conocido como Kurgán, fue el primero en domesticar caballos hace unos 3.500 años. Eran pastores de las estepas euroasiáticas al norte del Mar Negro y de las montañas del Cáucaso.
Sin embargo, este descubrimiento no confirmaba que los kurganes de aquella época montaran los caballos, un salto evolutivo que multiplicó por cinco la velocidad de movimiento y la capacidad de carga de una persona, que explica la rápida expansión territorial que alcanzó esta cultura. Así, los kurganes lograron una rápida victoria militar cuando invadieron Europa a sangre entre los años 5.000 y 4.500 a. C., probablemente debido también a que montaban a caballo.
Una nueva investigación desarrollada por la Universidad de Helsinki y otras universidades europeas ha llegado a la conclusión de que alrededor del año 3000 al 2501 a. C. los seres humanos de la cultura Yamnaya ya montaban a caballo.
Para su estudio, los científicos examinaron 217 restos humanos descubiertos en Bulgaria, Hungría, Rumania y Serbia. Identificaron a nueve probables jinetes que vivieron hace unos 4.500 y 5.000 años y pertenecían al pueblo de la Edad de Bronce identificado como Yamnaya.
Estos esqueletos humanos muestran cambios en la morfología ósea y distintas patologías asociadas con la equitación, confirman los investigadores: consideran que son los humanos más antiguos identificados como jinetes hasta el momento.
Evidencias morfológicas
Explican que algunos rasgos morfológicos representan evidencia de la equitación humana porque todavía aparecen en los humanos actuales que montan a caballo con regularidad.
Entre estos rasgos figuran el desgaste en las superficies superior e inferior de la columna, que es causado por el movimiento hacia arriba y hacia abajo durante el viaje a caballo, y áreas más gruesas y ásperas de los músculos de las piernas, lo que indica un uso excesivo de los muslos, posiblemente debido a la necesidad de sujetar al caballo con las extremidades inferiores.
También hay un crecimiento óseo adicional en el área donde el ligamento se encuentra con el hueso, lo que lo hace más grande y, por lo tanto, distribuye mejor las fuerzas, dicen los investigadores.
Marcas determinantes
Los esqueletos masculinos analizados muestran claramente marcas de desgaste en la columna vertebral, las piernas y la pelvis que son características de montar a caballo.
El equipo evaluó seis rasgos de montura en los nueve esqueletos. Cinco de ellos mostraron cinco o más rasgos, la evidencia más fuerte de que montaban a caballo; los otros cuatro mostraron cuatro rasgos.
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