Luis Miguel Molina, viaja a caballo ligero de equipaje y en dirección contraria

La conversación con Luis Miguel siempre es animada y agradable. Es un tipo sensible, ingenioso y con humor. Ha dejado la yegua pastando junto al río Torío, a los pies del impresionante puente romano de Villarente, donde, juntos, pasarán la noche. 

Le encontramos en el Hostal Restaurante Delfín Verde  tomando un vino. “Es como estar en casa, llevo años pasando por aquí a caballo. La hija de los dueños tiene nueve años y yo la conocí cuando todavía estaba en el vientre de su madre. Es un recorrido donde todo el mundo me conoce, me cuida y me protege. Puedo dejar la yegua y mis cosas en el prado sabiendo que si pasa algo alguien me avisará”.

Es lo que le ocurrió en Quirós. Perdió las alforjas con las medicinas y parte de su equipo. “Puse un aviso en Facebook y, por si acaso repuse todo lo perdido. Al poco me llamaron diciendo que habían aparecido las alforjas”.

Superado el incidente, paso por Villanueva de Tercia, ya en León, La Robla y siguió por Puente Castro, Villanueva del Torío y los valles del Torio, donde el rio que pone apellido a muchos pueblos de la zona.  Una etapa de sube y baja de cerca de 40 kilómetros. Pasó por Villanueva del Torío y Arcahueja, donde su fuente que marca distancia a Santiago, y paró, ayer, en Puente de Villarente.

“La cordillera la paso por caminos que no son los conocidos, donde es muy raro cruzarte con alguien. En el paramo castellano es más fácil cruzarte con gente, especialmente con los peregrinos que van a Santiago, que no paran de hacer fotos al caballo y de recordarte que vas en dirección contraria, que en mi caso es la buena”.

Luis Miguel comenta que el camino se ha desvirtuado. “Ya no son peregrinos, son turistas, con sus cosas buenas y malas. Hay que reservar plaza en los albergues y si te cansas llamas a un taxi”.

Tras la parada en Puente de Villarente seguirá camino hacia Sahagún de Campos, siempre dirección Burgos. Esta feliz y su yegua en plena forma. Esparta tiene sólo siete años pero muchos kilómetros a sus espaldas. Es una anglo hispana con carácter y mucha sangre a la que no le gustan los camiones ni los tractores y menos aún los remolques que van botando creando un estruendo.

Volviendo al recorrido, comenta lo vacíos que están estos pueblos, no hay nadie, la autovía acabó de rematarlos y perdieron lo único que les quedaba, la hostelería. El camino de Santigo dinamiza un poco pero  nada más. En Alcahueja estaba cerrado hasta el albergue.

Nos habla de Gonzalo, un peregrino a caballo del que hablaremos en breve. Tiene 26 años, vivía y trabajaba en Holanda, ahorró y decidió echarse al camino a caballo sin experiencia previa. “Me llamó para que le indicar por dónde ir y ahí sigue”.

Hoy toca descanso para Luis Miguel y su yegua Esparta y mañana volverán al camino”