En la Vía de la Plata

Mi perro Rafels, ya se encuentra mejor de la pisada de mi yegua Rebeca.  Desde Mérida parto hacia Aljucen, donde en el albergue, solo pedían la voluntad. Mis caballos estuvieron a punto de intoxicarse, pero gracias a un aldeano, que me avisó que dos días antes habían fumigado, puede evitar un problemón. 

En Alcuercal, pude pernoctar en un Monasterio, transformado en albergue, donde Manuel me atendió todo lo mejor que pudo. De allí a Valdesalor, a tan solo 10 km de Cáceres. A pesar del tiempo que llevamos en camino, mis  caballos y mulo están como el primer día, cuando  inicie la aventura.  He ido repartiendo la carga entre los tres equidos, para que este más repartida y equilibrada.

Tras cruzar Cáceres por sus murallas, pude fotografiarme en el Arco de la Estrella y en Plaza Mayor. Desde allí tomé camino hacia para Casar de Cáceres, conocido por por sus famosos quesos, los quesos del Casar. Al día siguiente, y tras una durísima jornada de 40 kilómteros, llegue a Cañaveral, donde Javier “el golondrina”, me dejó un campo para mis caballos con pasto y agua. ¡¡gracias!!

Tras descansar, parto el viernes día 21 de abril, y solo hago 12 kilómetros. Llegó a Grimaldo. Mis caballos necesitan un descanso y aprovecho para solicitar a Paco Nieto, el que fuera alumno de la escuela de herradores de Córdoba, el favor de venir desde Mérida a sustituir los zapatos de mis equinos. Os dejo sju teléfono por si lo necesitáis: 691839720.

El domingo día 23 de abril, de Grimaldo parto hacia Galisteo, donde Javier Bermejo y Gemma, me trataron muy bien. Ya llevo 43 jornadas y cada día me siento mejor, y con una mentalidad más abierta y relajada ¡os sigo contando amigos!