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Martes, 16 de Septiembre de 2025

Actualizada Jueves, 10 de Julio de 2025 a las 11:50:01 horas

Memoria del Diario de Viaje.

Peregrinación a La Meca a caballo, segundo entrenamiento

Descargamaría – Puebla de Sanabria por Portugal y regreso por Castilla - León. 

Textos y Fotos: RAFAEL HERNÁNDEZ MANCHA Jueves, 22 de Febrero de 2024 Tiempo de lectura:

El verano de 2022 se presentó en España y Portugal especialmente seco y caluroso. Este hecho marcó nuestra ruta y el rendimiento de los caballos en un viaje de dos semanas y unos 700 km de recorrido. El verano anterior habíamos hecho una ruta semejante, pero todo nuestro recorrido fue por el borde de la Cordillera Cantábrica dentro de la España verde. 

[Img #5140]Sin embargo, nuestros medios materiales eran limitados en 2022. No podíamos permitirnos llevar hasta tan al norte a nuestros caballos, sobre todo porque la participación de jinetes fue menor y a la hora de repartir gastos el presupuesto se nos iba de las manos. En 2022 no vinieron a la ruta tres jinetes: Abderrahim Guemmat Vázquez, Umar Molinero Jiménez y Mirko Ulram. En cambio se nos incorporó Ismail González. 

A diferencia del año anterior, no contratamos el camión de Sergio “Chimenea”, sino que decidimos hacer dos viajes desde Aracena a Descargamaría con el remolque de Mirko. Nuestro asistente fue Yusuf González, que vino desde Plasencia en autobús. 

[Img #5155]Martes 12 de julio 2022. Descargamaría (Cáceres). Caída por un barranco y salida frustrada. 

Casi coincidiendo con las fechas del año anterior, salíamos de Descargamaría, el pueblo de mi padre donde tengo una pequeña pero coqueta casita. El pueblo se sitúa a orillas del río Árrago, en la Sierra de Gata y representa el límite noroccidental de Extremadura con Castilla- León. 

Nada más salir del pueblo donde las yeguas pastaban en el prado a orillas del río, teníamos que ascender el puerto en dirección a la provincia de Salamanca. Para no seguir la carretera, intenté llevar a mis acompañantes por la senda que habían limpiado en lo que seguramente fue una calzada romana y que está casi totalmente cubierta de jaras, brezos y pinos. En una curva de la ascensión nos despistamos, el camino apenas se intuía, seguimos en línea recta cuando debíamos haber girado. El matorral casi cubría las yeguas. Me bajé de Gassirah y fui guiando andando a mis compañeros entre la espesura. De repente, cuando íbamos por el borde de un barranco, el suelo se hundió y la yegua y yo caímos rodando al abismo. Al sujetar las riendas la caída de la yegua me arrastró unos metros y me hice cortes en la espalda. Gassirah rodó dando vueltas hasta el fondo del barranco situado a más de 80 metros. El comentario de los demás jinetes fue: “¡se mató!”.

Corrí hasta el fondo y al llegar vi a la yegua sin los aperos, herida con muchas magulladuras pero de pie. No tenía nada roto ni grandes cortes. Milagroso. Por el camino fui encontrando los restos de la montura (Zaldi de marcha), cabezal, estribos, alforjas y su contenido. La yegua estaba de pie, asustada, pero aparentemente bien. Desde luego los caballos árabes de la yeguada La Cañada del Robledo están hechos de una pasta especial. 

[Img #5141]El problema que se planteaba era sacar a Gassirah de la poza seca del arroyo donde había caído con paredes de piedra de más de tres metros. Solo veía un denso zarzal por donde pudiera salir, porque no tenemos un helicóptero para evacuarla. 

Mis compañeros fueron a dejar sus yeguas en el pueblo mientras volvían con mi vecino Justo Gómez para ayudarme a sacar la yegua del pozo seco del arroyo. Con la navaja fui intentando abrir hueco en el enorme seto de zarzas para sacarla por allí. Después de horas fuimos capaces de sacarla y llevarla con las demás a orillas del río. 

Miércoles 13 de julio de 2022. Descargamaría (Cáceres) – Fuenteguinaldo (Salamanca)

Madrugamos para ver el estado de salud de Gassirah que comía en la orilla del río Árrago con las demás, aparentemente normal. Decidimos salir e iniciar la ruta de nuevo. Como el año anterior, el primer día de ruta fue accidentado. Pero no hemos tenido una circunstancia suficientemente grave que nos impida salir. 

Por fortuna Thorben ha traído una montura y cabezal de repuesto con los que podemos iniciar la ruta. Por respeto a Gassirah, voy andando casi todo el día. 

En esta segunda ascensión no nos equivocamos y subimos correctamente hasta el Baldío de Descargamaría, ya en Salamanca, donde paramos a medio día para comer y descansar. 

[Img #5152]Pasada la hora de la siesta continuamos la ruta hacia el noroeste descendiendo la ladera norte de la cordillera por los robledales que llevan hacia el llano cerealista. En Fuenteguinaldo nos han dejado un prado seco cerca de la piscina. Demasiado alejado del lugar de acampada y de la fuente. Es de noche y las luciérnagas brillan en la pared de piedra que lleva hasta el pilar de la fuente donde hay que cargar el agua para las yeguas. El llevar a las yeguas al agua y cargar agua hasta el prado nos retrasa y nos agota. 

Estoy muy cansado después de subir el puerto y bajar la ladera contraria andando, además de la labor de dar agua a las yeguas, una labor fundamental. He hecho más de 25 km a pie para darle a Gassirah la oportunidad de reponerse de los golpes de la caída y luego he tenido que andar para llevarlas a beber.  La jornada ha tenido algo más de 30 km muy duros por el desnivel y el calor. 

[Img #5138]Jueves 14 de julio de 2022. Fuenteguinaldo - Villar de la Yegua (Salamanca) 

Salimos hacia las nueve de la mañana, aunque nos levantamos a las siete. Tardamos mucho en desayunar y recoger. Hace bastante calor. Yo prefiero dormir bajo las estrellas fuera de la tienda de campaña, pero aún así, hace calor. 

Gassirah está aparentemente perfecta. No tiene apenas restos de la caída y no se resiente en absoluto. Decido montarla y hacemos gran parte del recorrido al trote sin que manifieste ningún signo de lesión. Hemos trotado durante gran parte del recorrido aprovechando que hay mucho camino llano y que el calor aprieta en cuanto avanza la mañana. 

Al medio día paramos en Gallegos de Argañán después de unos 30 km de recorrido. El aire es tan caluroso que quema. Paramos cerca de la piscina municipal donde nos han dejado un prado con los restos del césped recién cortado. Estamos en la piscina, pero no he traído bañador. El calor es abrasador a la hora de la siesta. Salamanca en verano es un horno. 

Al avanzar la tarde continuamos la ruta otros diez kilómetros en dirección norte hasta Villar de la Yegua donde el ayuntamiento nos ha prestado un salón de usos múltiples que nos ahorra el levantar y recoger el campamento. También podemos pasear por el pueblo de noche y tomar algo en una terraza. 

[Img #5145]Viernes 15 de julio de 2022. Villar de la Yegua (Salamanca) Escalhâo (Portugal)

Pudimos salir más temprano gracias a la amabilidad del ayuntamiento de Villar de la Yegua que nos evitó instalar el campamento. 

La jornada entre campos cerealistas secos, barrancos y matorral pedregoso ha sido de un calor insoportable. Hemos entrado en Portugal cerca del medio día y en Almofala tuvimos que parar por el calor. Metimos las yeguas en un prado cerrado donde había más espinos que otra cosa, pero al menos había un pilar con agua cerca. Nosotros no encontrábamos una sombra en la que refugiarnos del calor de la siesta y de las moscas. Además, había habido ovejas en la zona y el olor es insoportable. Creo que para todos nosotros ha debido ser la peor siesta de nuestra vida. 

El ritmo es bueno, Gassirah va muy bien, pero el calor es nuestro peor enemigo. 

Cuando han pasado las peores horas de la siesta y no aguantamos más, decidimos volver a montar y acabar la jornada en Escalhâo. 

[Img #5151]Paramos en Mata de Lobos para beber agua fresca y dar agua a nuestras yeguas. El calor es lo peor. En el pueblo, medio en ruinas, nos dicen que han pasado de más de 2000 habitantes en los años 1970 a menos de 200 en la actualidad. Esa es la tónica general de todos los pueblos portugueses por donde vamos pasando. 

Al menos, al llegar a Escalhâo nuestros asistentes este año Yusuf González e Ismail García nos tienen hecha la cena. Sin embargo, el prado está abierto y las yeguas pueden salirse. Esperamos y nos invitan amablemente a meterlas en un cercado cerrado. 

La ganadería de los pueblos portugueses son las ovejas, que pastan cerca de nuestras yeguas con sus perros que no dejan de ladrar en toda la noche. Por la mañana nos encontramos con la sorpresa que un perro pastor nos ha robado una bota de montar a uno, unas polainas a otro, los calcetines y qué sé yo cuántas cosas que vamos encontrando dispersas por el campo. Los perros pastores, además de ladrones, han sido una molestia insoportable toda la noche sin dejarnos dormir. El descanso se hace difícil entre el calor y los ladridos. 

En esta jornada hemos hecho unos 45 kilómetros. El ritmo es bueno, pero a diferencia de los años anteriores, las yeguas no parecen ir cada día más fuertes, sino que el calor las debilita y al no comer verde no se recuperan adecuadamente. 

[Img #5143]Sábado 16 de julio. Escalhâo – Felgar (Portugal)

Batimos récord a la hora de salir. Son las 7:50 cuando estamos montados, pero el calor es tan insoportable que paramos a las 11:30 junto a un pequeño embalse donde no dejan de llegar helicópteros de la lucha contra los incendios forestales que asolan la región, pues desde que salimos de Descargamaría podemos ver líneas rojas de fuego en la oscuridad de la noche. Parece obvio que para poder madrugar el secreto está en acostarse temprano. 

Cada jornada es, si cabe, más dura que la anterior por el calor, el relieve accidentado y en esta jornada, la larga distancia de más de 50 km. Al menos las yeguas han comido un poco de hierba verde junto al embalse, algo que en este viaje echarán mucho de menos. Hemos atravesado el río Duero, lo que ha supuesto mucho desnivel y calor. 

Esta jornada fue de mucho sufrimiento para Abdelqader, más por sus hijos enfermos en Londres que por la dificultad de la ruta, todo el día subiendo y bajando por caminos polvorientos franqueados de ardientes pizarras. 

[Img #5156]Domingo 17 de julio de 2022. Felgar – Castelo Branco (Portugal)

Nuestro enemigo el calor nos hace madrugar, aún a costa de no descansar lo suficiente. Si el año anterior disfrutamos muchísimo en la ruta, este año, francamente es un sufrimiento por culpa del calor. Nuestros asistentes nos levantan a las 5:00, pero no hay manera de salir antes de las 8:00, pues parece que estamos más dormidos y con los bioritmos más lentos cuanto más madrugamos. Para colmo, la noche fue horrible por culpa de los mosquitos y de los perros de los pastores que nos rodean sin parar de ladrar. Me tocó a mí, uno de los perros pastores se había llevado una de mis botas de montar que apareció bien lejos en medio de un prado. ¡Como para no retrasarnos la salida!

Estamos tan cansados que decidimos hacer solo media jornada y parar a medio día. El paisaje sigue siendo muy accidentado entre berrocales de granito y cortados de afiladas pizarras verticales. Casi todo el monte ha ardido en años anteriores y parece que las autoridades forestales portuguesas están decididas a que no vuelva a arder: imponentes máquinas se dedican a eliminar todo el matorral de escoberas y brezos y cultivar en su lugar almendros o viñedos, aún en lugares de mucha pendiente en los que la erosión será brutal. Pero parece que tienen claro que para que no arda el monte, no debe haber monte…No dejo de pensar en la pobreza en flora en fauna de toda esa extensa área recorrida a ambas orillas del río Sabor, en Portugal. Una verdadera calamidad. 

La jornada ha sido la más corta hasta ahora, unos 31 km.

[Img #5161]Lunes 18 de julio de 2022. Castelo Branco -Izeda (Portugal)

El amanecer es fresco y agradable. Hay que aprovecharlo. 

Seguimos nuestra ruta hacia el norte intentando evitar zonas de mucho desnivel o carreteras donde no haya caminos. De nuevo la jornada es larga y dura. 

Paramos en la piscina de Mogadouro, para regocijo del jovencísimo Ismail, siempre en busca de aventuras sin que el idioma sea un obstáculo para sus hormonas en ebullición. 

Seguimos la larga y agotadora jornada hasta Izeda, donde Herminio, un pastor de ovejas nos ha prestado un prado rodeado de zarzas donde hemos dejado las yeguas. No hay mucho verde, pero algo es algo. Además del calor, la ruta de este año está marcada por la sequía y la falta de vegetación en todos lados. Por la noche Herminio ha tenido un detalle maravilloso: se ha presentado en nuestro campamento, situado junto a las yeguas, con una enorme olla de puré de calabacín para que cenásemos. Ya estábamos metidos en los sacos de dormir, pero no nos importó en absoluto volvernos a levantar para saborear semejante manjar fruto de la amabilidad del pueblo portugués que hace cierto el dicho de “cuanto más pobres, más generosos”. 

Con la barriga llena y una noche corta pero algo más fresca, podemos descansar algo más que en días anteriores. 

Es el cumpleaños de Francisco, mi suegro al que deseo muchos años de salud. 

[Img #5154]Martes 19 de julio 2022. Izeda – Samil Bragança (Portugal). Se nos cae un chopo en lo alto. 

Por fin tenemos un gran disfrute en paisajes, gentes amables y una jornada algo menos calurosa que las demás. Ha sido el mejor día de los que llevamos en ruta este año. 

Izeda no se nos va a olvidar. 

En el camino pasamos por un pueblo cuyo nombre llama nuestra atención: Sâo Pedro de Sarracenos. 

Con las temperaturas más suaves parece que las yeguas andan más, están más descansadas y hay un ambiente más cordial y risueño entre los jinetes. Al poco de iniciar la ruta nos encontramos una mata con enormes moras negras riquísimas donde Thorben paró su yegua Yazirah, la líder de la manada. El joven Ismail quiso comérselas todas y llevárselas, pero al querer comerlas con pasión lo que hizo fue aplastarlas, con lo que le mancharon cómicamente la cara. 

Durante la ruta la fauna silvestre nos alegró el día con la visita de zorros, corzos y oropéndolas. 

El día parecía que transcurría muy bucólico y agradable. Cerca de Samil vimos una chopera atravesada por un arroyo en cuyas orillas crecía la escasa hierba verde. Era un lugar paradisíaco para almorzar y que las yeguas se repusieran comiendo verde. Pero cuando estábamos todos medio dormidos en la siesta, de repente se escuchó un crujido y sin apenas darnos tiempo a reaccionar, un enorme chopo cayó en medio del lugar en el que estábamos descansando. El estruendo espantó a las yeguas que estaban cogidas por el cabestro mientras comían y que se escaparon hacia la carretera en tropel sin que pudiéramos hacer nada. Afortunadamente era la hora de la siesta y la carretera y el entorno parecían desiertos y pudimos recuperarlas después de correr un rato antes de que se nos perdieran. Todo quedó en un susto. Pero desde entonces no dejo de preguntarme ¿qué probabilidad hay de sentarse en verano, un día sin viento, en medio de una chopera y que un chopo, aparentemente sano, se te caiga encima? Si no fuésemos musulmanes, quizás debíamos haber comprado lotería ese día. 

[Img #5148]Después del incidente de la caída del chopo, decidimos preguntar en Samil dónde acampar y dejar la jornada por concluida en unos 35 km. 

En Samil, como en todo Portugal, la gente es muy amable y generosa. Abdelqader habló con Clarisa, la secretaria del ayuntamiento que nos dijo que podíamos acampar en un parque del municipio. Lástima que habían pasado la máquina corta césped pocos días antes y no había mucha comida para las yeguas. Aún así, no estaba nada mal. Para colmo, el ayuntamiento puso a nuestra disposición el tractor del pueblo en manos de Josef, el funcionario que nos llevó a un restaurante donde comimos unas chuletas de ternera que no nos podíamos ni creer y a un precio aún más asombroso. Al acabar la comida, Josef nos esperaba en la puerta del restaurante y volvió a llevarnos con el tractor al prado en otra divertida ruta “tractoril”. 

[Img #5153]Miércoles 20 de julio de 2022. Samil Bragança (Portugal) – Pedralba de la Pradería (Zamora)

La mañana amaneció la más fresca del recorrido, aunque no tardaría en calentar el sol. Debido a ese frescor hemos salido más tarde que ningún día: a las 9:00. 

Nuestros asistentes encargaron a un tendero de Bragança una lona nueva para el remolque de caballos, pues la que traía se había destrozado con el viento de la carretera. 

Salimos de Bragança por donde está la depuradora y cruzando un bello puente medieval sobre la Riveira da Figueira que nos lleva al castillo medieval y ciudadela origen de la dinastía Bragança que reinó Portugal en el siglo XVII. 

En esta jornada atravesamos el Parque Natural de Montesinhos, donde acampé con Aqila, mi mujer muchos años atrás en un recorrido en moto en el que escuchamos los aullidos de los lobos muy cerca de nosotros. Pero a pesar de que a caballo se suele ver más naturaleza que de ningún otro modo, no vemos ni rastro de los lobos. 

Siguiendo la ruta de sur a norte, atravesando castañares y pinares, llegamos a la frontera delimitada en el camino por un hito de granito con la letra “P” en un lateral y la letra “E” en el opuesto situado al norte. Justo en ese lugar voló delante de nuestras yeguas un enorme macho de avutarda que nunca he comprendido qué hacía en el cortafuegos del pinar a semejante altitud. También corrieron delante de las yeguas cuatro enormes venados con un tamaño y una cornamenta como nunca había visto. Toda una belleza. 

El último tramo del día lo hicimos por la carretera de montaña que lleva a Pedralba de la Pradería. Los tramos por asfalto y además al final de la jornada se hacen especialmente pesados. Al llegar ocupamos un prado verde en la entrada del pueblo. Una gozada de verdor y temperaturas suaves, lo que no es de extrañar estando a casi 1000 m de altitud. 

[Img #5158]Jueves 21 de julio de 2022. Pedralba de la Pradería (Zamora) – Mahide. Cambio de ruta. Reflexiones sobre la naturaleza en Portugal.

Era nuestra intención al comenzar el viaje desde Descargamaría llegar a Foz, a orillas del mar Cantábrico. Pero en nuestra ruta hacia el norte, cuando debíamos entrar en Galicia, se interponen varios incendios forestales que nos obligan a dar la vuelta. Este punto, Pedralba de la Pradería, será el límite norte de nuestro viaje. Tampoco tenemos mucho dinero y la idea de regresar hasta Aracena (Huelva) desde un punto tan al norte supondría un gasto enorme. Al presupuesto ya hemos tenido que restarle el gasto de reponer el toldo del van. Los incendios y la limitación económica nos hacen decidir regresar montados hasta Descargamaría, pero para no repetir ruta, volveremos por Castilla – León, por donde el relieve es más llano y quizás podamos avanzar más rápido. Intentamos buscar la ruta más rectilínea, por lo que vamos a pisar el pico noreste de Portugal. Portugal nos ha encantado por la amabilidad de sus gentes. Lástima que Portugal no esté en la ruta para hacer la peregrinación a la Meca. 

Tampoco debemos quejarnos de nuestra acogida en los pueblos de Zamora. Roberto, el alcalde Mahide nos dejó un edificio municipal para pasar la noche. Según Roberto, Mahide es el pueblo de Europa que tiene mayor población de lobos. Sin embargo, muy pocos días antes de nuestra llegada había sufrido un pavoroso incendio forestal de más de 34.000 Hectáreas, en su mayoría, de superficie forestal. Según Roberto, en el término municipal de Mahide habitan cinco manadas de lobos, de las que dos se han visto afectadas por el incendio forestal y al parecer, una de ellas ha desaparecido, o mejor dicho, ha aparecido la loba madre con cuatro cachorros calcinados en la lobera. La otra manada ha perdido los cachorros del año, pero los adultos han logrado sobrevivir. Roberto se mostró muy preocupado con la aparición de decenas de corzos muertos en el incendio. Parece ser que las corzas no abandonan a los corcinos, demasiado pequeños para huir del fuego. 

[Img #5144]Por lo demás, la etapa desde Pedralba de la Pradería hasta Mahide ha sido de las más bellas de la ruta de este año. Hemos recorrido algo más de 40 kilómetros por pistas forestales. Hemos visto huellas de lobos, corzos y varios grupos de ciervas. Delante de los caballos echó a volar una joven águila real. Los paisajes han sido muy hermosos, con predominio de pino silvestre, robles, castaños y brezales. En cualquier caso se ha apreciado una rica biodiversidad. Durante muchos kilómetros no hemos visto presencia humana hasta el pueblecito de Linarejos, muy cerca ya de Mahide. Tal vez la despoblación sea uno de los factores que favorece su gran riqueza natural. 

Durante bastantes kilómetros el camino iba paralelo a una vía del tren que, aunque en servicio, debe tener poco tráfico porque no hemos visto pasar a ningún tren.

Otro rasgo destacable del día ha sido el calor y el cambio radical en el clima a medida que viajábamos hacia el sur. Mientras en Pedralba de la Pradería el clima era oceánico y la vegetación caducifolia, incluidos abedules, poco a poco se aprecia la influencia mediterránea a medida que nos acercábamos a Mahide donde la temperatura superaba los 35ºC al medio día. No podía imaginar que en Zamora hiciese tanto calor. Como jinetes preocupados por nuestras yeguas, lo que más nos llamaba la atención es que en Pedralba los prados eran verdes y en Mahide eran muy secos y amarillentos. Justamente, el hecho de pasar en Pedralba muchas horas comiendo hierba verde ha dado como resultado que las yeguas se repusieran y en esta jornada tuvieran un alto rendimiento, pues no solo hemos trotado mucho, sino también galopado. Tan bien se han recuperado que teníamos que sujetar a las yeguas porque querían ir más rápido y galopar. Quizás intuían que volvíamos hacia Descargamaría. En esta jornada hemos tenido muy claro que alimentar a las yeguas con hierba verde es lo mejor que pueden comer para recuperar fuerzas e hidratarse. 

[Img #5147]Finalmente, no puedo acabar de contar el gesto de gentileza que ha tenido con nosotros Roberto, que ha abierto la Casa del Pueblo de Mahide para que pudiéramos ducharnos antes de dormir bajo techo, un gran alivio después de una jornada de mucho calor y moscas, aún en Zamora. 

Mientras descansábamos en Mahide hice la siguiente reflexión sobre “La Naturaleza y los paisajes de Portugal, el lobo y sus posibilidades de expansión”:

Si bien las gentes de Portugal han sido encantadoras y muy acogedoras, los paisajes me han parecido muy antropizados. Al sur de Bragança hasta las cercanías de la frontera con España en el distrito de Guarda, resulta llamativo que las autoridades portuguesas están decididas a no tener más incendios forestales a base de no tener nada que se pueda quemar. Durante muchos kilómetros de ruta por las montañas, solo vemos tierra desnuda con piedras trituradas por maquinaria pesada. Al sur del Duero y en las cercanías de la desembocadura del Águeda en el Duero llaman la atención la enorme extensión de montes que han sido salvajemente desbrozados dejando la roca madre al desnudo o dejando únicamente hueco para sembrar viñedos en regadío colocados en terradas hechas con excavadoras. Lo primero que se me viene a la mente es que una fuerte tormenta causará aquí una terrible erosión que puede provocar que las terrazas -sin paredes que las sujeten- se desmoronen unas sobre otras pues en ellas las pizarras y la tierra desnuda están muy sueltas. 

[Img #5142]Al otro lado del Duero, en la ladera norte, nos encontramos lo mismo: paisajes desbrozados con maquinaria pesada, solo que en esta orilla vemos almendros y castaños en la parte más al norte. Los pinares quemados han sido sustituidos por árboles de frutos secos que, en el mejor de los casos, como sucede al norte y sur de la ciudad de Bragança, lo que se han sembrado son nuevos castañares. Pero tanto en un caso como en otro, la tierra queda desnuda y desprovista de vegetación arbustiva o herbácea y sólo hay cascotes de pizarras en miles y miles de hectáreas. Los pocos bosques autóctonos que hemos visto están en el entorno del río Sabor, todos ellos muy cerca de la ciudad de Bragança, bellos bosques caducifolios. 

Durante todo nuestro recorrido por Portugal, como he ido reflejando en el diario, hemos tenido mucho contacto con pastores de ovejas y cabras a los que hemos preguntado por la presencia de lobos. Todos los pastores han coincidido en decirnos que hay pocos lobos porque hay poca comida para ellos. En los largos tramos de ruta por Portugal sólo vimos una liebre, un corzo y unos tres o cuatro bandos de perdices, además de algún zorro, pero ni ciervos, ni jabalíes. Me llamó la atención que en los cielos de Portugal tampoco se ven aves rapaces, o muy pocas, ni siquiera buitres. En todo nuestro viaje vimos algún águila calzada, algún milano negro, varias águilas culebreras y llegando a la frontera española, lo que nos pareció un juvenil de águila real. Muy poco, pero no es de extrañar ante la falta de comida para las rapaces. Muy pocas en comparación con las que hemos visto en Cáceres -alcotanes, gavilanes, águila real- o en Salamanca, donde vimos milanos reales en pleno verano, o sea, reproductores. Precisamente, respecto a las rapaces, me ha llamado la atención que muchos tendidos eléctricos portugueses aún mantienen apoyos muy peligrosos donde las rapaces pueden electrocutarse con facilidad. Estoy convencido que es un factor clave en la escasez de poblaciones de grandes rapaces. 

Los pastores también dicen que en España -Zamora- hay más lobos que en Portugal, siendo el Parque de Montesinhos el lugar donde hay más lobos en Portugal. 

Al sur del Duero los pastores dicen que puede haber alguno, pero que debe ser testimonial. Todos los pastores -tanto al norte como al sur del Duero- coinciden en afirmar que no tienen ataques de lobos a su ganado desde hace décadas. 

En definitiva, he tenido la impresión de que la naturaleza está muy machacada en Portugal por el ser humano: mucha maquinaria pesada, muchos pastores y al parecer, mala gestión cinegética. Precisamente, en los tiempos que corren, es muy extraño ver en España pastores en el campo con sus ovejas, algo constante en Portugal. Incluso hemos visto pastores con vacas. En toda España, tanto al norte como al sur, o bien los campos están cercados de alambradas o por cintas de pastores eléctricos. Estos pastores quizás tengan algo que ver en los incendios y desde luego, en la gestión del lobo. 

[Img #5160]Quizás la afirmación más importante de los pastores respecto al lobo es que, sí, en efecto, el lobo está legalmente protegido en todo Portugal, pero ¿hemos visto agentes de medio ambiente, o guardería forestal? Ninguna. Por tanto, según los propios pastores, cuando tienen indicios de la presencia de un lobo, no esperan a que ataque a su ganado y lo matan. No nos han querido decir cómo, pero deduzco que con veneno. 

En definitiva, llego a la conclusión de que, para que el lobo colonice el sur de la península ibérica, no lo va a hacer por Portugal como siempre había creído, pues en Portugal es un “enemigo a batir” por los pastores y apenas tiene comida para subsistir y reproducirse de forma abundante. 

En nuestra ruta de regreso comprobamos que en las provincias de Zamora y Salamanca las poblaciones de ungulados son innumerablemente más abundantes que en Portugal, donde tampoco se ven pastores “desarrapados” que dicen que “o melhor lobo es o lobo morto”. 

La naturaleza tan transformada en Portugal, la falta de control por parte de las autoridades portuguesas sobre lo que ocurre en el campo, la falta de especies de ungulados silvestres, hacen pensar que si el lobo ha de llegar a Sierra Morena, ha de hacerlo por la Cordillera Ibérica, por Castilla – La Mancha y por Extremadura antes que por Portugal. 

Como nota final, decir que en cientos de kilómetros de ruta a caballo por pistas forestales portuguesas, no hemos encontrado ni un guarda forestal, ni un coche de los Guardinhas, ni a nadie que represente la autoridad del Estado portugués en el campo, algo que contrasta enormemente con la presencia bastante frecuente de la Guardia Civil, Seprona o agentes de medio ambiente, forestales o guardería rural en España. 

Al compartir estas reflexiones con mi amigo Sergio Arias, naturalista, ha hecho este comentario: "desde el punto de vista de la naturaleza, Portugal está perdida"

Viernes 22 de julio. Mahide (Zamora) – Constantim (Portugal). Un tábano en la oreja de la yegua Yazirah. 

Constantim es el pueblo situado en el extremo más nororiental de Portugal junto a la frontera española de Zamora, por donde acortamos en nuestra ruta hacia Miranda do Douro, en el sur. Pero no pudimos llegar porque en Constantim tuvimos el más grave accidente del viaje. Sí, más grave aún que la caída de la yegua por el barranco en el primer día. 

Un tábano se le metió en la oreja a la yegua Yazirah, la líder de la manada. Todo sucedió al medio día, cuando paramos para colocar una nueva herradura a Hadirah, la yegua de Abdelqader y de paso, comer y descansar del calurosísimo día en ese pequeño pueblo portugués. 

En medio de densos bosques de robles rebollos se sitúa el pueblecito de Constantim. Cualquiera que lo visitase al medio día en pleno mes de julio podría pensar que es un pueblo abandonado. En sus calles mal empedradas no se ve ni un coche, muchas casas amenazando ruina hacen pensar que allí no vive nadie. El pueblo está atravesado por un arroyo seco en cuyo fondo solo había barro sucio y contaminado de aguas residuales. Pero en las orillas del arroyo había hierba verde, lo que nuestras yeguas necesitan para reponer fuerzas. Decidimos parar allí y comer con Yusuf, nuestro asistente, pues Ismail García había vuelto a Canarias para asistir a la graduación de su hija. Yusuf había preparado una enorme y fresca ensalada, su especialidad gastronómica. 

[Img #5159]En medio del caluroso día buscamos la sombra en la hierba, bajo unas moreras. En el césped colocamos un mantel para comer. Por fin teníamos preparado un buen almuerzo con la ensalada y variedad de comida y bebidas frescas. Justo íbamos a empezar el almuerzo cuando una de las yeguas, Yazirah comenzó a dar brincos como loca cayéndose y volviéndose a levantar. Sus brincos daban miedo. Por poco no cayó a un pozo situado cerca del lecho del arroyo. No paraba de dar saltos y caer una y otra vez. Se iba a matar golpeándose con cualquier cosa. En uno de los alocados saltos cayó desde el terraplén del arroyo hasta el barro del fondo y quedó tumbada de lado, semienterrada e inmóvil en el lodo. Pensamos que se habría matado y que aquellos brincos se los habría provocado alguna dolencia desconocida. Bajaba Thorben hacia ella para socorrerla cuando se volvió a incorporar y siguió dando brincos, cayendo una y otra vez. En uno de los saltos Thorben apenas pudo esquivarla para que no le cayese encima, pero fue a parar hasta el mantel donde teníamos toda nuestra comida preparada. Ella cayó exactamente sobre el mantel haciendo saltar por los aires nuestra ensalada, nuestro pan portugués, las bebidas frescas y toda la vajilla. Pero lo que menos nos importó fue quedarnos sin comer. De repente se puso en pie y se quedó quieta, parecía que se había recompuesto, pero entonces emprendió una carrera alocada por medio de las calles desiertas del pueblo. Su velocidad por las calles empedradas daba miedo. En caso de resbalar o volver a caer a esa velocidad podría matarse o matar a cualquiera que se interpusiera en su camino. Se fue, se perdió de vista y volvió a pasar a nuestro lado a punto de arroyarnos sin que pudiéramos siquiera acercarnos a ella para sujetarla. Pero entonces sucedió algo que, si cabe, empeoraba aún más la situación: todas las demás yeguas salieron corriendo detrás de Yazirah, siguiéndola en dirección a la salida del pueblo por un camino que se dirige al bosque. 

[Img #5137]Con extraordinaria impotencia nos mirábamos unos a otros sin poder hacer nada y sin comprender lo que había sucedido unos minutos antes. No solo nos habíamos quedado sin comida y bebida en un día asfixiante de calor, sino que nos habíamos quedado sin las yeguas. Ahora comenzaba un calvario aún peor: la búsqueda de las yeguas en medio del bosque en una siesta de un calor hiriente. “¡Qué dura es la vida de aventureros!”, pensaba yo. Afortunadamente, y las alabanzas para Allah, que está de nuestro lado. 

Elucubrábamos sobre qué le podía haber pasado a Yazirah para llevarla a ese estado de locura. Pero parecía claro que allí había muchos tábanos y que seguramente, alguno se le había metido en la oreja llevándola a la locura. Justo cuando se había recompuesto la vimos intentando tocarse la oreja con la pata trasera. Alguna vez, a alguno de mis caballos se le había metido un tábano, pero enseguida se le había salido. A Yazirah no, por lo que el zumbido en la oreja le llevó a la locura. 

Como teníamos el coche de asistencia, nos montamos en el coche para intentar seguirlas, pero era imposible seguir en coche por malos caminos a las yeguas a galope tendido. En un llano encontramos a una señora portuguesa muy mayor que nos dijo: “tres cavalos brancos e uno preto han ido a dereita”. Condujimos en esa dirección, pero no vimos nada. Eran las 15:00 horas. Durante toda la siesta condujimos el coche Thorben y yo por todos los caminos que rodean Constantim sin ver ni rastro de las yeguas. A la hora de la siesta, en aquellos campos despoblados, no había nadie a quien preguntar.  Abdelqader se fue en el coche de una amable señora portuguesa -secretaria de la Junta de Freguesía- a buscar las yeguas y después al pueblo de Miranda do Douro a denunciar la pérdida. El joven Ismail González se montó con un señor  -el padre de la mujer que había llevado a Abdelqader- en su viejo tractor para buscar las yeguas. 

[Img #5149]Hablábamos entre nosotros por los móviles y cundía el desánimo y la deshidratación. Unos por un lado, otros por otro, pero sin rastro de las yeguas. Poco a poco empezaron a aparecer viejos campesinos portugueses cada uno con su tractor para ayudarnos a buscar las yeguas. La verdad es que los tractores, impecablemente conservados, eran dignos de museos. Alguno nos dijo que su pequeño y viejo tractor tenía más de cincuenta años. Pero cada uno, con su vieja máquina y a falta de coches 4x4, nos ayudaba a buscar las yeguas por bosques y caminos. 

En algún momento pensamos que el viaje había terminado: no teníamos caballos con qué seguir. Thorben y Yusuf eran especialmente pesimistas y daban a Yazirah por muerta en algún barranco o en medio del bosque de robles donde sería imposible de encontrar. Por mi parte, en mi fuero interno pensaba que aquello era una prueba de fuego: “O Allah, subhana wa ta´ala, no quería que el proyecto del Hajj a caballo siguiera adelante, o estábamos bendecidos ante las pruebas más duras”.

Caía la tarde, habían pasado las horas más duras de la siesta cuando me pareció ver las huellas de las herraduras en la tierra seca de un camino. Bajé del coche y seguí las huellas como los indios en las películas del oeste. No era fácil. Se perdían en el bosque con la hojarasca y el terreno seco. Pero siguiendo siguiendo, tras girar en una curva del camino aparecieron los cuatro: Yazirah, Gassirah, Hilal y Hadirah. Estaban comiendo verde en un campo sembrado de maíz pero que estaba casi perdido por la sequía. Grité: ¡Alhamdullillah wa Shukran Allah!

Cogimos las yeguas y regresamos al pueblo en una interminable y agotadora ruta. Todos saltaban de alegría al vernos llegar con las yeguas. Desde luego que no podríamos seguir la ruta prevista para aquella jornada. Pasaríamos la noche en Constantim, un pueblo que jamás olvidaré. 

Poco a poco el pueblo que parecía deshabitado fue cobrando vida. Aparecieron todos sus vecinos, cada uno con su viejo tractor. La media de edad de la población era muy avanzada. Amablemente nos dejaron un salón de actos del pueblo para dormir y descansar. Las yeguas quedaron en un recinto cerrado. Otra vez un parque infantil en un pueblo sin niños. 

[Img #5150]Sábado 23 de julio de 2022. Constantim (Portugal) – Cibanal (Zamora)

Partimos de Constantim a las 8 de la mañana después de que una anciana portuguesa nos cantase una preciosa romanza al lado de una fuente seca tallada en granito.  

Nada más salir nos dimos cuenta que Hilal cojeaba. Tenía daño en la espalda, no sólo por la rozadura de la montura, sino por cierta lesión muscular que se le refleja en la pata delantera derecha. Decidimos ir al paso. La ruta desde Constantim por Miranda do Douro al paso ha sido agotador, más si cabe por carreteras con asfalto abrasador a más de 37ºC. El día ha sido uno de los más agotadores y calurosos pues hemos hecho más de 40 kilómetros por carreteras y al paso. Cuando hemos llegado al camping de Cibanal, donde Yusuf nos había preparado la acampada, eran las 17:00, es decir, plena siesta con un calor abrasador, sin descanso, sin apenas agua y nada de comida. Un horror. Las yeguas llegaron sedientas porque este verano la pertinaz sequía ha dejado sin agua a arroyos, charcas e incluso pilares y fuentes de los pueblos por los que pasábamos. Hasta tal punto que en el pueblo de Fariza, un amable señor sacó cubos de agua de su casa para dar de beber a las yeguas porque no había agua en ningún punto del recorrido. 

Pudimos ducharnos en el camping Los Arribes de Cibanal y lavar la ropa después de más de diez días de sudor. 

Tocaba tomar una dura decisión: Hilal no podía seguir la ruta montado, debía ir de cabestro. No teníamos el remolque de caballo que se había quedado en Bragança para que le cambiasen el toldo. 

[Img #5157]Domingo 24 de julio de 2022. Cibanal (Zamora) – Yecla de Yeltes (Salamanca)

Al poco de salir del camping de Cibanal hemos pasado por el embalse del río Tormes que casi seco, mostraba como esqueletos las derruidas paredes de pizarra que servían para separar fincas y que debían estar sumergidas bajo las aguas del pantano. El lodo seco del pantano adherido a las piedras, la gran superficie yerma que antes de la sequía debía estar ocupada por las aguas y ahora es un árido pedregal, todo el paisaje desértico formado por el embalse vacío ofrece una imagen deprimente. 

Afortunadamente el recorrido ha discurrido hoy por pistas de tierra entre bellos bosques de robles que se alternan con encinas y retamas con algunas explanadas de barbecho donde ha habido cereal. En estas extensas llanuras me han alegrado el día algunos bandos de perdices y algunas liebres que han corrido delante de las yeguas. A una la he perseguido con Gassirah en una carrera muy emocionante, sin causarle ningún daño por supuesto. Luego, reflexionando, he pensado que no debía haberle dado esas carreras a la yegua, ya cansada después de tantos días de marcha. Durante todo el día nos ha seguido Hilal suelto y sin jinete. Para evitarle daños mayores, debido a su cojera y al daño de la montura en el lomo, Ismail González ha ido en el coche de apoyo con su padre. La verdad es que Hilal se ha portado genial y daba gusto verlo trotar a nuestro ritmo completamente suelto. El día era caluroso, como todos, pero parecía que las dificultades y los problemas habían quedado atrás. Sin embargo, a las 11:00 me llamó Áqila, mi mujer para darme una mala noticia: Shahbah y el Malagueño, una pareja de halcones muy querida por mí, habían muerto en casa previsiblemente de calor. Tenía una indignación y una rabia tremenda. Shahbah era una hembra de halcón sacre x gerifalte maravillosa con la que había cazado muchas liebres. Para colmo, unos días atrás me había llamado mi amigo José Luis Ariño, criador de Shahbah, para decirme que Ayman ibn Saad le había pedido que le llevase a Shahbah a Arabia Saudí cuando fuese para allá a vender sus halcones. Iba a ser imposible y quizás Ayman no se lo tomase a bien o no creyese que Shahbah había muerto. Una pena enorme y una gran desgracia. En la ruta de este año, todos los días pasa algo. 

Al medio día paramos para comer y pasar la siesta en el frontón de Villarmuerto, un pequeño pueblo salmantino con un nombre muy bien puesto. Una vez más abandono y desolación en la “Iberia vaciada”. 

El calor es enorme a medida que avanza el día. En plena siesta sólo podemos refugiarnos en la estrecha sombra que proyecta la pared del frontón. 

Afortunadamente Yusuf nuestro asistente ha logrado que el ayuntamiento de Yecla de Yeltes nos acoja en un salón municipal donde podemos ducharnos y dormir sin tener que montar el campamento. Llegamos nuevamente agotados después de una ruta de unos 50 km con un sofocante calor. Cenamos en el bar de la esquina y podemos descansar. A pesar de todo, siempre hay que decir ¡alhamdullillah!

[Img #5146]Lunes 25 de julio de 2022. Yecla de Yeltes – Ciudad Rodrigo (Salamanca)

A las 8:00 abandonamos Yecla de Yeltes en una jornada que nos espera nuevamente larga y dura por el calor. Este día solo encontramos fincas y pasos canadienses en los que tenemos que bajarnos para abrir la portera situada al lado o tenemos que dar rodeos en las alambradas para poder pasar. No vemos ni pueblos ni gentes, ni prados ni hierba ni agua donde abrevar los caballos. 

Intentamos avanzar lo más posible trotando durante mucho tiempo. Tres jinetes: Abdelqader, Thorben y Abdellah, con Hilal suelto todo el rato trotando a nuestro lado. 

Las constantes paradas para abrir y cerrar porteras de alambre nos hace perder mucho tiempo. Tememos que se nos va a hacer imposible llegar temprano a Ciudad Rodrigo. 

Los paisajes son hermosas dehesas de robles rebollos y encinas, pero con el calor y la falta de agua se asemejan demasiado a un desolado desierto abrasador. En medio de ese vacío solo encontramos un pueblo de nombre un tanto cómico: Paradinas de Abajo. Ya hemos hecho más de 30 km y decidimos parar, pero en el pueblo no hay nada, ni una tienda de comestibles, ni un bar. Por no haber no hay ni sombra. Tenemos que seguir sin comer nada en todo el día. En efecto, solo hemos hecho una "paradina".

Intentamos acortar camino hasta Ciudad Rodrigo ascendiendo por la serrecilla, pero quizás nos hemos equivocado. A cada momento nuevos pasos canadienses que nos obligan a parar para abrir porteras laterales o a dar rodeos. No entiendo que en un camino público se puedan poner tantos pasos canadienses, algunos sin puerta lateral para los caballos que nos obliga a dar constantes vueltas alargando y retrasando la jornada. Casi siempre nos encontramos ganado vacuno, algunas vacas avileñas y las “vacas azules”, pero también alguna ganadería brava que nos obliga a echar arrojo para pasar. Desde que bajamos esa sierra vemos acercarse la imagen de la catedral de Ciudad Rodrigo con su cúpula en el fondo del paisaje. 

La mala noticia del día es que Yusuf nos dice que se ha estropeado la correa del alternador del coche. Se pasan todo el día en el taller arreglando mi coche que es el coche de asistencia. Afortunadamente el arreglo no ha sido tan costoso como preveían al principio, pero se han pasado el día en el taller y no nos han comprado comida. Cuando entramos en Ciudad Rodrigo son las 17:00, plena siesta, sin comer nada desde primeras horas de la mañana, con un sofocante calor y sin agua en las cantimploras. Decidimos parar a comer en un “parque canino” de Ciudad Rodrigo donde las yeguas recortan aún más el césped. Abdelqader se acerca a un supermercado a comprar algo de comer y de beber. Después de la siesta Yusuf nos dice que nos ha encontrado un lugar donde dejar los caballos en un centro hípico cerca de Ciudad Rodrigo. Nos mandan la ubicación y dejamos el “parque canino” para llegar al lugar donde deben descansar las yeguas. No está lejos de Ciudad Rodrigo, pero tenemos que atravesar la ciudad por calles y avenidas transitadas con Hilal de reata. Llegar al final de la ruta del día se nos hace eterno. El GPS de Thorben marca más de 60 km. Otro día agotador. 

Por fin dejamos las yeguas en el centro hípico de Ciudad Rodrigo donde muy amablemente nos han dejado un cercado y donde les echamos pienso y paja. No hay verde, pero al menos hay agua abundante. Las yeguas están deshidratadas y agotadas. En coche bajamos a descansar a orillas del río Águeda en Ciudad Rodrigo, donde poco a poco se van retirando los bañistas a medida que cae la tarde. 

En la oscuridad hacemos las cuentas del viaje. Estamos económicamente muy limitados y hay que cuadrar los gastos que quedan. Al día siguiente se irá para Aracena Abdelqader con su yegua y con Hilal en un remolque de caballos que hemos contratado. Hadirah la yegua de Abdelqader está bastante entera aún, no tiene ningún problema, pero él quiere salir pronto para ir a recoger a su mujer al aeropuerto cuando venga a España. En el centro hípico les recoge Manolo Porreta. Thorben y yo seremos los que sigamos al día siguiente hasta Descargamaría por Martiago y el Risco del Águeda. Sería más corto por el Embalse de Irueña y El Sahugo, pero sé que hay una carretera que va por la presa con un paso canadiense que no tiene portera ni alternativa para que pasen los caballos. ¿Para qué ir por ahí si sé que no se puede pasar?

[Img #5162]Martes 26 de julio de 2022. Ciudad Rodrigo (Salamanca) – Descargamaría (Cáceres)

Hemos dormido frescos a orillas del río Águeda, pero nos comían los mosquitos. Tenemos que subir hasta el centro hípico y esperar que lleguen los responsables. Entre tanto hacemos un desayuno todo el grupo junto en la Plaza Mayor de Ciudad Rodrigo. Después perdemos tiempo colocando una herradura Yazirah, la yegua de Thorben. En definitiva, salimos Thorben y yo a las 10:30, muy avanzada la mañana. 

Nuevamente un día muy duro y agotador con mucha carretera de asfalto abrasador. 

En el primer tramo noto que Gassirah se resiente de la herida que la montura le va haciendo en la espalda. Una vez más comprobamos que un sudadero, una montura, un pequeño roce no es nada en un recorrido corto, pero cuando son días y días de muchos kilómetros, lo que puede parecer una lesión insignificante se convierte en un problema grave. 

La subida del Risco del Águeda se nos hace dura. Desde la orilla contraria se observa el trazado de la antigua carretera. No puedo dejar de emocionarme al recordar allí a mi padre de ocho años con su pierna rota montado en el burro en que mi abuelo Felipe le traía al médico de Ciudad Rodrigo desde Descargamaría. Contaba mi padre que al llegar al Risco del Águeda la pierna, con el fémur partido por una caída, estaba muy inflamada y que su padre le dijo: “con la pierna así te la van a cortar, mejor nos volvemos al pueblo”. Después de hacer unos 30 km montado en burro con el fémur roto, regresaron al pueblo donde mi padre solo tuvo entablillada la pierna. Permaneció en cama casi un año y el hueso quedó mal soldado, con una cojera de por vida al tener una pierna más larga que otra, pero no murió de gangrena de milagro. 

Ese día, cumpleaños de mi hermana Carmen, no se me iba de la cabeza la imagen de mi padre Tomás Hernández Rodríguez, con su pierna rota montado en burro por aquella misma ruta. Yo que he tenido el fémur roto sé el dolor que se siente al menor movimiento. Metido en el serón de un burro debió sufrir una barbaridad.

Cuando nosotros llegamos a Martiago decido no montar más a Gassirah, pues parece agotada. Gracias a Allah tengo buenas piernas y acabaré los 24 km que quedan hasta llegar a Descargamaría a pie. Lástima que las zapatillas de deporte nuevas que me puse en la piscina de Martiago en sustitución de las botas de montar me estaban pequeñas y me hicieron bastante daño.

Martiago es un pueblo desagradable. Muchas de sus casas tienen contrachapados en las puertas porque sus habitantes han emigrado y deben temer que lleguen “ocupas”, porque no creo que haya nada que robar dentro. Nos echaron del parque infantil al medio día con un calor sofocante y nos riñeron por dar de beber a las yeguas de una manguera. Como si algún niño fuese a ir a jugar al medio día a aquel desolado parque en el que las atracciones abrasaban o si fuésemos a hacer daño a alguien por dar agua a las deshidratadas yeguas. No nos gustó la mentalidad rácana y austera de los pocos habitantes que vimos. En Martiago me sentía enfadado porque nos habían echado, pero también estaba disgustado de ver a mi yegua muy cansada y no poder llegar a Descargamaría montado. Menos mal que esa imagen de cansancio ha sido en el último día de ruta. 

Desde la piscina de Martiago hay que subir la cordillera que separa las provincias de Salamanca y Cáceres. Otro duro reto que hice a pie y durante tramos, corriendo para no retrasar nuestra llegada, puesto que ya habíamos salido tarde. 

Al coronar el Puerto Viejo, en el límite de provincia, mi disgusto se transformó en satisfacción. Allá abajo estaba Descargamaría. Al descender el puerto iba cada vez más excitado y ansioso por llegar. La alegría y la emoción me invadían, pero también a Thorben que al ver el valle dijo: “estos son los más bellos paisajes de toda nuestra ruta”. A mí también me lo parecía y sentía amor por mi tierra, no por nadie en especial, tal vez sí por recordar a mis seres queridos del pueblo ya fallecidos, pero sobre todo porque sentía que ya estaba en mi territorio, en mi tribu, en mi tierra, esa tierra a la que canta Gloria Estefan. No sé si será bueno o no sentir que hay un espacio del planeta al que perteneces, pero yo siento que pertenezco a esta tierra. Por eso este año hemos salido y llegado a Descargamaría. 

Los últimos kilómetros los hicimos por la Calzada Romana de Robledillo de Gata que me pareció más bella que nunca flanqueada de verdes y frescos bosques en el Valle del Árrago. Sin duda amo y siento esta tierra porque es “un lugar parecido al paraíso”. 

Llegamos a la piscina de Descagamaría y desde ahí llegamos en una entrada “triunfal” en el pueblo. Hemos llegado. ¡Alhamdullillah!

Dejamos a las yeguas a orillas del río en La Vega de Descargamaría. Están agotadas. También este último día hemos hecho más de 50 km. Thorben es el único que ha llegado montado en su yegua Yazirah, a la que le entró en tábano en la oreja y que hemos apodado “el Tanque” por su fortaleza, resistencia y ritmo de marcha. 

Ya en casa podemos ducharnos y descansar. Cocino unas patatas a lo pobre y mi prima Pili nos trae una olla de pollo en escabeche. Cuando friego y recojo la cocina nos vamos a acostar. Thorben mi pide un favor: “Por favor Abdellah, no madruguemos mañana…”

[Img #5163]Reflexiones sobre la ruta de entrenamiento de julio de 2022. 

Desde el principio la ruta estuvo condicionada por lo limitado de nuestros recursos económicos y la ausencia de financiación externa. Nos hubiera gustado hacer la ruta por el sur de Francia con financiación de nuestros amigos saudíes, pero no ha sido posible. La ruta elegida inicialmente sería mucho más económica e iría desde Descargamaría hasta Foz en Lugo, pero dimos la vuelta en Pedralba de la Pradería, en las proximidades de Puebla de Sanabria en Zamora, en el borde mismo de Galicia. En la decisión de regresar a Descargamaría pesaron tres factores: 

-La escasez de recursos económicos para seguir y tener que volver alquilando un remolque

-Los incendios forestales de Galicia

-La ausencia de pistas de montaña y el exceso de carreteras en los tramos que teníamos por delante. 

Nuestra ruta hacia el norte fue por Portugal con paisajes y vegetación muy parecida a la de la parte de Castilla – León que recorrimos de regreso al sur. Aunque los pueblos de ambos lados de la frontera se muestran vacíos y desolados, los portugueses manifiestan un estado absolutamente ruinoso que se acerca al total abandono, algo que no se ve en el lado español. 

Toda la ruta ha estado marcada por el calor y la sequía, lo que ha dificultado mucho la recuperación de las yeguas. Hemos hecho menos kilómetros que el año anterior y las yeguas han mostrado un agotamiento mayor debido al calor, la deshidratación y la ausencia de pastos verdes. Además hemos cometido el error de montar varios días en horas de mucho calor, lo que supone una pérdida de rendimiento de las yeguas y un agotamiento exponencial. 

La valoración general en cuanto a experiencia de entrenamiento es muy positiva por el aprendizaje que supone, pero ha sido agotadora y un sufrimiento constante que a veces ha puesto a prueba nuestra paciencia. Hay mucho que mejorar en el equipamiento, sobre todo en las monturas y sudaderos para evitar rozaduras a los caballos. 

Tener que llevar a Hilal suelto o de cabestro ha sido un gran aprendizaje, pues hemos visto que no es tan duro ni difícil y que la idea de llevar yeguas de repuesto o sustitución para el viaje del Hajj puede ser esencial. Sobre todo se puede evitar rozaduras o cansancio excesivo si se van alternando cada día. También hemos aprendido que un día de descanso cada semana es importante para que las yeguas descansen y se repongan. Hemos aprendido la importancia de una buena asistencia, encontrar buenos prados y que los jinetes coman comida cocinada. También hemos visto la importancia de llevar con el coche de asistencia el remolque de caballos para montar al que esté cansado o lesionado. En nuestro caso, el remolque se quedó en Bragança donde le hicieron un nuevo toldo a medida, por lo que no nos sirvió de nada llevarlo en ruta. Después de acabar el viaje Thorben y yo tuvimos que ir a recogerlo desde Descargamaría. 

Finalmente hemos echado de menos la alegría de Mirko y Umar Molinero, jinetes ausentes en este viaje. Nos ha helado el corazón los accidentes de Gassirah el primer día y de Yazirah en Constantim.  

El viaje del verano de 2022 ha concluido marcado por la sequía y el calor. Quizás el próximo año tengamos que hacer un viaje de invierno. 

Jinetes: Abdelkader Harkassi Aidi, Thorben Ulram, Ismail González y Abdellah Hernández Mancha. 

Asistentes: Yusuf González e Ismail García

Caballos: Hadirah, Hilal, Yazirah, Gassirah. 

Aracena, 17 de febrero de 2024

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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