Desde que en octubre de 2024 salimos de Jabuguillo (Huelva) hasta mayo de 2025 que llegamos a Arabia Saudí, tres jinetes con cinco yeguas hemos hecho un viaje histórico: la peregrinación a La Meca, a caballo desde Andalucía a través de Europa. Hacía más de cinco siglos que no se realizaba un viaje a caballo semejante, desde que Omar Patún y Mohamed del Corral hicieron uno parecido entre 1491 y 1494. Ellos hicieron tramos en barco, a caballo, en mulas y hasta en camello. Nosotros lo hemos hecho todo a caballo y salvo las excepciones de Bosnia – Herzegovina y Serbia, donde no pudieron entrar nuestras yeguas, todo -básicamente- con las mismas yeguas con las que salimos casi ocho meses antes.
Ahora que el viaje ha terminado y hemos llegado con nuestras yeguas a Arabia Saudí, una de las preguntas que más nos hacen es ¿cómo es posible que las yeguas hayan aguantado un viaje de más de 7.000 km? Para responder a esa pregunta, voy a dedicar este artículo.
La primera respuesta es que nuestras yeguas han podido hacer este viaje gracias a la “ayuda de Allah”. Pero también porque el viaje ha tenido una componente de aspectos técnicos sobre la base de la resistencia ecuestre que voy a dividir y mostrar en el presente artículo a partir de las diferentes claves. Contar que, durante unos 14 años he estado federado en la modalidad de Raid, compitiendo con una yegua y un caballo entero de esta yeguada, lo que me ha dado bastante experiencia en cuanto a la resistencia ecuestre. También los consejos del veterano corredor de Raid y de largas travesías José Gundín González “Gundo”, ha sido clave en el éxito de esta empresa.
La selección de los caballos.
Hemos hecho el viaje del Hajj con cinco yeguas seleccionadas para irlas rotando, siendo montadas por tres jinetes. Eso quiere decir que siempre había dos yeguas que iban de reata.
Durante los años 2021, 2022 y 2023, es decir, los tres años anteriores a la salida definitiva de nuestro viaje, hemos hecho entrenamientos de largas distancias de aproximadamente 750 km en dos semanas, en verano y en invierno. Durante estos entrenamientos hemos podido probar los equipos, la asistencia, incluso los jinetes, pero sobre todo, nuestros caballos determinando cuáles eran los mejores para viajes de largas travesías.
Los caballos que han hecho el viaje definitivo desde Andalucía a Arabia Saudí han sido cinco yeguas árabes de la yeguada La Cañada del Robledo, en Villamartín, Cádiz. No son caballos árabes ni de belleza ni “pure spanish”, sino una línea de caballos árabes traídos a España por Gustl Eutelmoser y Ulrike Marcik en 1983 procedentes básicamente de líneas beduinas de Juzestán (Irán) y Arabia Saudí, con algo de sangre egipcia. Son por tanto caballos “asil araber” con orígenes “Koheilan” y “Hamdani”. Gracias a la amistad de Gustl, instructor de vuelo, con el príncipe saudí Emir Muqrin ibn Abdelaziz, pudieron exportar y traer a España los mejores caballos de esos orígenes Hamdani y Koheilan.
Las cinco yeguas que han hecho el viaje son: Jasirah (15 años), Pashida (12 años), Hadirah (11 años), Raya (9 años) y Farida Kelthum (6 años), todas de la yeguada La Cañada del Robledo, en Villamartín (Cádiz).
Un aspecto muy importante es que el viaje lo han hecho cinco yeguas que se conocen desde que nacieron en la yeguada y que tienen muy marcadas sus relaciones y su jerarquía. Eso ha sido clave para que durante todo el viaje hayan podido descansar y pasar las noches sueltas en un cercado electrificado hecho con cuatro hincos y una cinta a la que algunas veces le poníamos el pastor eléctrico. Esto no es algo sin importancia, sino todo lo contrario: ser solo hembras que se conocen les ha permitido evitar problemas y que pudieran descansar a gusto cada día.
Estas cinco yeguas que han hecho el viaje han sido, por lo tanto, las seleccionadas dentro de la yeguada por mostrar las mejores cualidades de resistencia y carácter en los entrenamientos previos. No todas las que hemos probado han venido, sino que hemos descartado algunas por debilidad o posibles problemas de dorso u otros.
La alimentación
Recorrer cada día una media de 40 km durante más de siete meses ha exigido a nuestras yeguas una alimentación de mucha calidad.
La alimentación de calidad comienza por comer mucho “verde”. Salir en otoño por Europa nos ha permitido tener a disposición casi diaria prados de hierba verde, preferentemente de raigras y a veces y a ratos, de alfalfa. Si no teníamos verde, lo hemos buscado y se lo hemos dado a diario o casi a diario. Incluso cuando hemos atravesado los desiertos de Jordania o Arabia Saudí hemos buscado hierba o heno verde para nuestras yeguas que allí se produce en pivot de regadío.
Además de mucha hierba verde, hemos comprado los mejores piensos compuestos con grano (avena, que no cebada) que hemos encontrado. Estos piensos, aunque bastante caros, los hemos podido ir comprando con cierta facilidad en España, Francia, Italia y Croacia. A partir de Turquía era imposible encontrar piensos de calidad. ¿Cuál ha sido la solución?: hacerlo nosotros mismos. Es decir, hemos comprado los ingredientes por separado, hemos extendido un plástico de 20 m2 y los hemos mezclado nosotros para luego guardarlo en sacos que transportamos en el remolque tirado por el coche de asistencia. En la composición del pienso hemos dado preferencia a la avena (a veces tronchada), algo de maíz tronchado, algo de alfalfa en pellet, salvado de trigo y leguminosas trituradas: garbanzos y algarrobas.
No solo ha sido importante la calidad del alimento, sino otros aspectos como la distribución de las raciones. Las yeguas han comido siempre tres veces al día: la primera comida antes del amanecer unas dos horas antes de comenzar la etapa (a las 6:00AM). Ello supone el sacrificio de alguien que tiene que madrugar cada día para darles de comer. La segunda comida se la hemos dado al acabar cada etapa al medio día (03:00 PM) y la tercera por la tarde noche hacia las 9:00 PM.
La cantidad de comida ha sido: hierba verde a discreción, todo lo que quisieran, salvo cuando había alfalfa verde (pequeñas cantidades) y unos 6 kg de pienso compuesto por yegua y día, distribuido en las tres tomas, es decir, unos 1.5 kg / yegua y toma. Cada yegua ha comido en un esportón separado para que no se molestasen ni se quitasen la comida unas a las otras.
En cuanto a los complementos alimenticios: han tomado una vez al día aceite de maíz y sal mezclado con el pienso. Alguna vez, a falta de aceite de maíz han tomado aceite de girasol. Siempre han dispuesto de una piedra de sal para que ellas tomen más sal si lo necesitan.
Solo a partir de Konya (Turquía), cuando comenzó a hacer más calor, comenzamos a darles a las yeguas electrolitos diluidos en el agua. El modo de darles los electrolitos ha sido diluir un sobre en 20 litros de agua que han bebido con ansias al acabar cada etapa. Después se les ha proporcionado todo el agua que quisieran. Pero esos 20 litros con los electrolitos se los han bebido siempre al acabar la etapa con facilidad.
Descansos
La rutina habitual ha sido la de hacer 7 días de marcha y 1 de descanso. Esto ha podido cambiar en función de la meteorología, paradas obligadas por el paso de fronteras o por otros motivos. También por llegar a una ciudad donde pudiéramos lavar los sudaderos. En ocasiones han hecho ciclos de más de 10 días seguidos sin día de descanso.
Siguiendo un cuadrante, las cinco yeguas han ido rotando, quedando siempre dos libres, pues hemos sido tres jinetes. Las yeguas libres las hemos llevado de reata.
En los entrenamientos hemos comprobado que es muy importante que duerman bien y tengan muchas horas de descanso. Algo así como los atletas etíopes cuando dicen: “¿cómo nos van a ganar los europeos si ellos duermen 7 horas y nosotros 14?”
Del mismo modo, para que las yeguas reposen y duerman lo necesario deben tener muchas horas de descanso. Eso quiere decir que las etapas se han hecho sin interrupción, dando preferencia a llegar temprano al destino, es decir, acabar la etapa a las 15:00 horas o antes, si es posible. Cuando en los entrenamientos hemos dividido las etapas en dos, mañana y tarde, las yeguas no han tenido tantas horas de reposo y, a la larga, han manifestado mayor fatiga que cuando acaban temprano y tienen muchas horas de descanso.
El material
Indudablemente las sillas de montar son muy importantes. Pero creemos que aún más importantes son los sudaderos y su higiene en un viaje de muy larga distancia.
Las monturas que hemos utilizado y el peso de los jinetes: -Abdelkader Harkassi (70 / 75 kg): Podium Champion -Tarek Rodríguez (85 / 90 kg): Zaldi Bereber
-Rafael Hernández (75 / 80 kg): Zaldi Country
Pero quizás la clave para evitar las rozaduras y problemas de dorso han sido los sudaderos Burioni de lana natural con una pieza de látex perforada que permitía la transpiración. Estos sudaderos los hemos utilizado unos tres días seguidos -dependiendo de su estado de limpieza- y después los hemos lavado en lavanderías o con pistolas a presión de lavacoches en gasolineras. A veces los hemos tenido que lavar en ríos. Pero lo importante es que quedasen limpios y secos. En invierno ha sido imprescindible secarlos en secadoras industriales. Pues es esencial que estuvieran perfectamente secos. De hecho, a veces los hemos ido cambiando, no por estar sucios, sino por estar húmedos.
En total hemos empleado 16 sudaderos Burioni que hemos ido cambiando a medida que los considerábamos sucios. Como explica nuestro amigo Gundo: “es como si te bañas en la playa y no te quitas la sal, acabas con rozaduras”. Por tanto, la higiene de los sudaderos, limpiándolos y cambiándolos sistemáticamente ha sido clave.
Sin ánimo de hacerle ninguna publicidad, verdaderamente los sudaderos Burioni han sido esenciales en la salud del dorso de las yeguas. Algo absolutamente clave en nuestro viaje.
El ritmo de la marcha, distancia y velocidad
Todo entrenamiento de resistencia debe ser progresivo en cuanto a distancia y velocidad hasta lograr la adaptación del caballo a lo que se le va a requerir durante el viaje. Eso quiere decir que se debe comenzar por distancias relativamente cortas y fáciles: unos 15 km / día e irlas aumentando progresivamente en los meses previos a la salida. He incluso cuando comienza el viaje, comenzar por etapas de 25 / 30 km según la dificultad, para ir aumentándolas progresivamente hasta los 40 km por etapa de media que hemos hecho durante el viaje. Evidentemente no todos los caballos soportan un esfuerzo semejante durante tantos meses. Algunos veterinarios especializados en resistencia ecuestre me decían: “hacer 40 km al día es como hacer cada día una maratón, vuestras yeguas deberían estar ya muertas”. Pero claro, ahí entra la selección de la raza y calidad del caballo en resistencia. No todos lo soportan, las nuestras han demostrado que sí podían hacerlo porque, de hecho, lo han hecho.
En el ritmo, hemos seguido los consejos de nuestro amigo Gundo cuando nos decía: “Se llega despacio”.
Esto quiere decir que más vale estar más horas montados pero no seguir un ritmo que sea agotador. Pero cuidado, tampoco ir todo el día al paso. Hemos visto que a las yeguas les ha cansado más ir todo el día al paso que trotando una parte importante de la jornada. Por distintas circunstancias algunas etapas, pocas, las hemos tenido que hacer todo el día al paso y hemos comprobado que les cansaba más que trotar.
Lo habitual ha sido salir andando desmontados unos tres kilómetros cada día. A veces más. Después ir al paso un 50 / 60 % de la jornada. Y entre el 30 y el 40 % de la etapa al trote. Un 5 % de cada etapa la hemos podido hacer a galope. Galopar cada día unos 3 a 5 km les permite a los caballos estirar las patas y desentumecerse. Los últimos 5 km siempre son al paso. Como dice un viejo refrán: “a la cuadra se llega andando”. En este caso, al lugar de acampada.
En cuanto a la distancia media, aunque en total salga una media de 37 km / día, lo normal es que planificamos 40 km diarios en cada etapa. La etapa más larga ha sido de 58 km y otras han sido de apenas 20 km por diferentes circunstancias. A veces, aunque la distancia marcada en el GPS del Google Maps era de 40 km, se ha visto reducida en realidad en unos tres o cuatro kilómetros por haber ido campo través y no por los caminos o carreteras marcados en GPS.
Como cada etapa ha sido grabada en la aplicación Komoot, sabemos que la velocidad media de las etapas ha rondado los 8 km/hora. Pero como cada media, ahí se incluyen pequeñas paradas o bajadas de ritmo por obstáculos y diferentes situaciones. El ritmo del trote ha sido de 15 km / hora y el paso de 7 km / hora.
Las herraduras
Un viaje de más de 7.000 km exige herraduras de calidad que han tenido que ser cambiadas en seis ocasiones.
Siempre hemos utilizado herraduras con tres o cuatro vidias por herradura. Normalmente dos vidias atrás y dos delante.
La durabilidad de las herraduras ha cambiado dependiendo del terreno por donde hemos tenido que circular. Toda España o Turquía hemos marchado por caminos de tierra, salvo pocas excepciones, lo que ha permitido una mayor durabilidad de las herraduras. Sin embargo en Francia, Italia o Croacia hemos estado obligados a ir por muchas carreteras o terrenos asfaltados que han provocado mayor desgaste de las herraduras.
Los herrados han sido:
-Aracena (en la salida) -Tarazona (Zaragoza) - Mazamet (Francia) -Verona (Italia) - Sinj (Croacia) y Konya (Turquía)
Para mi gusto, los mejores herradores han sido los de Aracena y Mazamet (Francia).
El “ojo del dueño”, lesiones y enfermedades
Un aspecto clave en el éxito del viaje, es decir, que hayamos podido llegar a nuestro destino con las cinco yeguas en plena salud y fortaleza, ha sido “ver” el rostro de las yeguas.
Los caballos no saben hablar, pero tienen grandes ojos muy expresivos. A través de su mirada nos transmiten su estado, si nos paramos a observar con paciencia y tranquilidad cada día.
Todas las yeguas, sin excepción, por diferentes circunstancias han tenido algún día malo en el que se han mostrado cansadas o con pequeñas lesiones. Ello se ha debido a que les ha tocado un turno de marcha o unas etapas especialmente duras por la distancia, el frío, el calor o cualquier circunstancia. Quizás simplemente porque se sentían mal o cansadas.
El “ojo del dueño” es importante para valorar cuándo se les ha visto cansadas, cuando se han clavado un pequeño hierro o una piedra en un casco, u otra circunstancia que
ha obligado a romper y cambiar el cuadrante de rotaciones dándole descanso a la que lo necesitara facilitando así su recuperación.
Resulta una obviedad que, de no estar perfectamente fuertes y sanas, las yeguas no podrían haber llegado a su destino en Arabia Saudí después de más de 7.000 km. Esto quiere decir que todas han llegado en plena forma. Pero cuáles han sido las lesiones que han tenido durante el viaje:
-Raya. Cuando iba de descanso suelta en un bosque de Soria, se quedó atrás comiendo al borde del camino y al verse sola, galopó alocadamente hasta donde estábamos, tropezó y cayó hiriéndose gravemente en la rodilla derecha. Estuvo un mes de reposo en el Centro Hípico El Robledal atendida y curada por la veterinaria Cristina Rioja. Cuando Cristina nos dijo que estaba perfectamente recuperada, regresamos con el van a recogerla desde Marsella. Ha sido la lesión más grave del viaje. Estuvo provocada por dejarla suelta. Nunca más hemos dejado sueltas a las yeguas de descanso, sino que han ido cogidas del ramal a reata.
-Jasirah. Tuvo una infección intestinal en Verona (Italia) que requirió tratamiento veterinario. Al parecer la infección estuvo provocada por beber agua en los charcos de lluvia durante el camino. ¡Cuidado con el agua estancada!.
Como el tratamiento de la infección intestinal coincidió con la visita de la familia en fin de año, estuvo cuatro días de descanso que fueron suficientes para su completa recuperación.
-Farida Kelthum. En Turquía se clavó un hierro en un casco que la dejó coja una semana. Se curó sola de la cojera sin tratamiento.
Conclusiones
Viajar a caballo largas distancias es posible como hemos demostrado en nuestro viaje del Hajj. Pero requiere aplicar medidas rigurosas y disciplina en horarios y atenciones a los caballos, que son los verdaderos héroes de nuestro viaje.
La observación del rostro del caballo, junto con la alimentación y cuidados son esenciales. A todo lo anterior, insistir nuevamente en aspectos como el entrenamiento previo y el trabajo progresivo.
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