Durante siglos, viajar a caballo no fue una experiencia: fue, sencillamente, viajar. El caballo sostuvo imperios, conectó mercados y permitió cruzar cordilleras cuando las infraestructuras eran caminos de polvo y piedra. Pero a medida que el motor sustituyó a la montura, el caballo dejó de ser utilidad cotidiana y se convirtió —primero— en deporte y tradición, y —después— en una forma de turismo. Un turismo particular: lento, sensorial y ligado al territorio.
Ese tránsito, del caballo-herramienta al caballo-experiencia, se aceleró en Europa a finales del XIX y principios del XX, con rutas de ocio vinculadas a clubes, caza, carreras y escuelas de equitación. El turismo ecuestre moderno, sin embargo, se consolida cuando el mundo rural empieza a “vender” paisaje, patrimonio y autenticidad: el viajero ya no busca solo llegar, sino cómo llega. Y el caballo ofrece una promesa difícil de imitar por otros medios: recorrer un lugar a la escala humana, con silencio, ritmo y contacto directo con la naturaleza.
Un sector más grande de lo que parece (y con cifras que ya pesan)
Hoy, el turismo a caballo vive una paradoja: mantiene una imagen de nicho, pero se apoya en una economía ecuestre amplia, con impacto medible.
Europa concentra una parte muy relevante del ecosistema: la industria ecuestre europea se ha estimado en más de 100.000 millones de euros anuales de impacto económico y en torno a 400.000 empleos equivalentes a tiempo completo, con millones de caballos y grandes superficies asociadas a pastos y usos rurales. (European Horse Network)
España, por su parte, ha cuantificado el “movimiento económico total” del sector ecuestre en 7.392,6 millones de euros y un impacto directo e indirecto de 5.777,4 millones, situándolo alrededor del 0,59% del PIB (según el II estudio sectorial). (yeguadacartuja.com)
Estas cifras no son “turismo ecuestre” en exclusiva, pero sí describen el suelo económico sobre el que crece: ganaderías, servicios, formación, transporte, veterinaria, equipamiento, competiciones y, cada vez más, oferta turística.
¿Cuánto negocio mueve “viajar a caballo” como tal?
Aquí aparece un matiz importante: cuando se intenta medir el mercado específico del turismo ecuestre a escala global, los números varían mucho según qué se incluya (solo rutas a caballo, o también experiencias tipo “riding tourism” más amplias, estancias, espectáculos, etc.). Algunas consultoras sitúan el “equestrian tourism” global alrededor de 2.1–2.35 mil millones de dólares en 2024. (Dataintelo)
En paralelo, en España suele medirse dentro del paraguas del turismo activo/experiencial. Y ahí el termómetro es claro: en un informe sectorial de 2024, las rutas a caballo aparecen como la actividad más demandada (26,85%), por delante de otras prácticas de aventura; y se atribuye al turismo activo un volumen anual de más de 5.550 millones de euros y 30.000 empleos directos. (Yumping)
Tendencias que están redefiniendo el turismo a caballo
Del “paseo” al viaje con relato (y con patrimonio): Crecen las rutas que se venden como historia caminada: caminos medievales, vías trashumantes, rutas literarias y travesías de varios días. El viajero compra paisaje, sí, pero también narrativa (lo que ese paisaje “significa”).
Digitalización y reserva inmediata
La venta se desplaza a plataformas, escapadas cortas y paquetes “todo incluido”, y los destinos compiten por ser visibles con mapas, reseñas y catálogos de itinerarios. Francia, por ejemplo, impulsa desde 2014 herramientas SIG para consulta de rutas como GeoCheval*, ligada a la federación ecuestre y al comité de turismo ecuestre. (Fédération Française d'Équitation - FFE).
Más bienestar, más regulación, más exigencia
El cliente pregunta por el estado del caballo, los ritmos, los descansos, el número de horas montado, la trazabilidad de los cuidados. El bienestar animal deja de ser “un valor añadido” y se convierte en condición de compra.
Segmentación: lujo rural y turismo familiar: El mercado se bifurca: por un lado, estancias premium (ranchos/estancias, hoteles con cuadra, guías top, gastronomía) y, por otro, experiencias de iniciación y “bautismos” de 1–2 horas para familias.
Perfil del cliente: más femenino y maduro en turismo activo
En España, los datos citados para turismo activo sitúan como compradoras principales a mujeres (57,8%) y a un tramo importante entre 45–54 años, un perfil coherente con un turismo de naturaleza que busca seguridad, organización y calidad. (Diario AS)
Destinos principales: dónde se concentra la demanda
España: Andalucía destaca por concentración de censo equino (y por marca cultural asociada al caballo), mientras que muchas provincias combinan rutas a caballo con alojamientos rurales y gastronomía. Además, el país ya cuenta con un diagnóstico del sector y su distribución territorial, útil para planificar productos turísticos. (SEGITTUR)
Francia (potencia histórica del turismo ecuestre europeo): Francia ha profesionalizado la práctica exterior durante décadas y mantiene estructuras, sellos y redes de itinerarios. En 2023, una parte relevante de licencias federativas aparece vinculada a prácticas de exterior/turismo dentro del sistema federativo. (GIS Études Touristiques)
Islandia (caballo como icono nacional + turismo de naturaleza): Los tours con caballo islandés son uno de los productos más reconocibles del país, apoyados por la singularidad de la raza y por su encaje con el turismo paisajístico (costas, lava, nieve). (Iceland Review)
Patagonia (Argentina/Chile): “gaucho experience” y travesías de gran paisaje: Patagonia se posiciona como destino aspiracional: aventura, estancia remota y cultura gaucha, con rutas de varios días en entornos de montaña y estepa que venden épica y desconexión. (National Geographic)
Marruecos, Mongolia, oeste de EE. UU., África oriental: En estos destinos pesa la promesa de “territorio grande”: desierto, estepa, ranchos, reservas. En general, crecen como productos de aventura, a menudo mezclados con trekking, safari o fotografía.
Retos: lo que puede frenar (o profesionalizar) el crecimiento
- Acceso a caminos y mantenimiento de itinerarios: señalización, pasos ganaderos, convivencia con bici/senderismo y normativa local.
- Seguros, responsabilidades y estándares: guías titulados, ratios guía/cliente, evaluación de nivel, protocolos de caídas, meteorología.
- Bienestar animal y reputación: si el cliente percibe estrés o mala práctica, el daño a marca es inmediato.
- Clima: olas de calor, incendios, sequía y restricciones en parques naturales pueden acortar temporadas y encarecer la operación.
El turismo a caballo como termómetro de una nueva idea de viajar
En un mundo acelerado, el turismo ecuestre se vende como lo contrario: un viaje que no se mide por kilómetros, sino por memoria. Y, al mismo tiempo, ya no es solo romanticismo rural: es una industria que cruza economía local, digitalización, sostenibilidad y cultura.




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